Retratar a una persona es la labor más difícil del dibujante, y la más peligrosa también. Cuando un dibujante decide retratar a alguien, esa persona deberá sentirse halagada y asustada a un tiempo. Porque cada segundo que pase el dibujante delante suya, con el bloc en una mano y el lápiz en la otra, la goma en la boca y los ojos entrecerrados; el dibujante estará bebiendo el alma, la expresión, la felicidad del objeto de su dibujo. No copia la realidad, roba la realidad. Y cuando está alojada en su interior, a base de golpes de lápiz obliga ese alma a encerrarse en el papel. Y ya es suya para siempre, aunque el dibujo acabe en otras manos, aunque el dibujo se pierda, el dibujante para siempre tendrá ese alma que robó. Y ese alma, lo tiene a él.
domingo, noviembre 14, 2004
El Retrato.
Escribió estas palabras
Vlad_Temper
en la noche del
domingo, noviembre 14, 2004
Archivado en la Ciudad, en La Avenida Ambarina
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1 comentario:
Que extraño es verse dibujado....es como verte a ti misma a traves de otro prisma desconocido....con tus defectos y cualidades a las cuales ni te habias fijado....y que sin embargo te dan tu unica e intransferible personalidad....
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