Visitante, bienvenido seáis. Ante vuestros ojos se alza Bokerovania, recortada contra las eternas nubes y enfrentada a un mar que no conoce la calma.
Recorred sus calles y avenidas, sus edificios, sentid el frío que guarda tras su muro helado y el calor que se esconde en algún que otro lugar.
Dejad vuestra huella en la nieve grisácea que cubre el empedrado, vuestras manos marcadas en la escarcha de los cristales, dejad marca en esta ciudad.
Pero recordadlo, sois visitante, Bokerovania se puede observar, incluso sentir, pero no podéis permanecer aquí. Sólo hay un habitante en Bokerovania, y jamás habrá más de uno.

Y sobre todo, entrad sin miedo, a pesar de lo que podáis ver...

miércoles, diciembre 01, 2004

Cuando se lava el cielo

Hoy ha llovido, en toda España, creo, menos en Canarias. Bueno, en Canarias sí, pero allí lo que llovieron fueron plagas bíblicas, no lágrimas de ángel.

Aquí, en Bokerovania, la lluvia se descargó con especial ímpetu. Llenó los caminos oscuros, convirtiéndolos en fugaces pantanos, impidiendo a las moles de acero y gasolina recorrer los senderos que una vez atravesaron la Ciudad. Una cortina de gotas nublaba la vista, impidiendo ver absolutamente nada.

Pero entonces paró de llover. Y el Cielo, limpio al fin, decidió, no sé por qué, disponer su mejor cara a sus fieles, a aquellos que seguimos mirando las nubes. Esperando ¿quizás? ver el rostro de los que se fueron y no volverán, o del sabio Creador, o saber lo que ocurre en tierras lejanas, o simplemente disfrutar con el espectáculo. Y así fue esta mañana.

Las gigantescas nubes grises se alejaban, lentas y pesadas, como enormes cúpulas de catedrales celestiales. Pero en los bordes, bruscamente, el gris daba paso al blanco, y el blanco, al dorado del Sol. La piedra, trasmutada en algodón, que se deshilachaba contra el azul del cielo, un azul tan pálido y brillante. Así debería ser el alma de los diamantes, de ese azul.

Y como todos sus fieles, al mirar la tenue arquitectura de vapor, recé la única plegaria que conocen las nubes: sonreí.

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La Legión del Espacio
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