Visitante, bienvenido seáis. Ante vuestros ojos se alza Bokerovania, recortada contra las eternas nubes y enfrentada a un mar que no conoce la calma.
Recorred sus calles y avenidas, sus edificios, sentid el frío que guarda tras su muro helado y el calor que se esconde en algún que otro lugar.
Dejad vuestra huella en la nieve grisácea que cubre el empedrado, vuestras manos marcadas en la escarcha de los cristales, dejad marca en esta ciudad.
Pero recordadlo, sois visitante, Bokerovania se puede observar, incluso sentir, pero no podéis permanecer aquí. Sólo hay un habitante en Bokerovania, y jamás habrá más de uno.

Y sobre todo, entrad sin miedo, a pesar de lo que podáis ver...

miércoles, junio 08, 2005

Últimas noticias desde Bokerovania

El Mercader vagó por las calles de Bokerovania, siguiendo la voz del viento, y buscando al Sol Gris.
Cuando finalmente lo encontró, estaba en un pequeño apartamento, tan alejado de todo y de todos como podía estarlo. Excepto por la Tristeza, que allí estaba de nuevo, amándolo hasta que sus lágrimas se mezclaban en un sólo río.
El Mercader se dirigió al Alquimista Negro y le ofreció, una vez más, como hizo antaño, su oscuro trato: "Pide lo que quieras Señor Oscuro, aquel que como Cuentacuentos escuchó mi historia del Viento y me dio forma en su ciudad. Te será concedido, y a cambio sólo tendrás que darme tu dolor, tu pena, tu sufrimiento. Todo aquello que ya no deseas. Véndeme una vez más tus sentimientos, como hiciste entonces."
Pero el Sol Gris le contestó: "Estos sentimientos no son sólo míos, lo sabes. No puedo vendértelos. Y aunque pudiera, no lo haría. Déjame sentir el dolor, déjame amar a la Tristeza, permite que sienta que sigo vivo aunque sea a través de los puñales que se clavan en mi alma.
El Mercader insistió: "Olvido, eso traigo para ti. Olvido puro, deshidratado, listo para tomar. Olvida que tu propia estupidez te hizo ganarte el desprecio de quien ahora anhelas. Olvida que el dolor que sientes es consecuencia de aquello que tú mismo forjaste en otra persona. ¡Derrite el hielo que rodea Bokerovania y vuelve a vivir más allá de tu ciudad helada y de tu querida Tristeza!"
Y el Alquimista Negro le respondió: "No tengo el poder de derretir el glaciar, ni deseo hacerlo. Prefiero estar aquí, con mi querida Tristeza en mi ciudad helada a permitir que otra llama se acerque lo suficiente como para dejar una nueva cicatriz en mi corazón. Y ahora vete, desaparece, y déjame amar a la Tristeza."
El Mercader se marchó, y se fundió con las tinieblas. Y el Sol Gris, el Señor Oscuro, el Alquimista Negro, permaneció en brazos de la Tristeza a la espera de que su alma cicatrizara y de nuevo el sol saliera en sus dominios.

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